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viernes, 16 de febrero de 2018

La unificación de las Coreas en el hockey sobre hielo

Por Nursia

Los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang 2018 se han convertido en un suceso verdaderamente mediático, mucho más que en ediciones precedentes. Y es cierto que no solo trasciende el panorama deportivo, sino que muchas miradas se centran en la participación de Corea del Norte en este evento, sito en Surcorea, un gran hito si tomamos en cuenta la crisis que atraviesa la península coreana. Gracias a estos Juegos, el mundo tuvo la posibilidad de apreciar la unificación de las dos Coreas, aunque solo fuera para el desfile inaugural. Asimismo, se produjo la fusión de un equipo de hockey compuesto por jugadoras de ambas naciones, algo impensado hace pocos meses.

El mayor logro de esta selección trascendía el marco puramente deportivo. La capacidad de encarnar el acercamiento entre dos países hermanos y a la vez enemigos será recordada por siempre, más allá de cualquier resultado relevante alcanzado en los Juegos (algo que se preveía muy poco probable). Este miércoles 14 de febrero el equipo unificado de hockey femenino coreano, en el que también compiten estadounidenses y canadienses con la doble nacionalidad, perdió contra Japón por 4-1. Este constituyó el último partido para un conjunto que, a pesar de haber perdido por goleada cada uno de sus choques, ha logrado cautivar al mundo y convertirse en un símbolo de estos “Juegos de la Paz” en Corea del Sur.

El partido final dejaba entrever una enorme rivalidad que iba incluso más allá de lo deportivo. Corea y Japón no solo competían en la cancha. Ambos comparten una larga rivalidad histórica, desde que el imperio japonés colonizó Corea entre 1910 y 1945, en tanto mantienen una tensa disputa territorial sobre las islas que Seúl conoce como Dokdo y Japón como Takeshima. Aunque ninguno de los dos equipos tenía posibilidades de seguir en la competencia (Corea había perdido contra Suecia y Suiza por 8-0 en los dos primeros encuentros), en el pabellón de hockey de Gangneung había un lleno total.

Al final de la jornada, fue una situación de ganar-ganar. El partido fue el más igualado de la llave, y pese al resultado desfavorable, Corea puso en apuros en más de una ocasión a su rival. Japón consiguió su primera victoria olímpica en la modalidad de hockey femenino. La guinda del pastel fue que el débil equipo de Corea consiguió marcar su único gol de la competición, por obra de la coreano-estadounidense Randi Hesoo Griffin, entre el estallido de júbilo del público, que saltó a agitar las banderas blanca y azul de la unificación. En las gradas, grupos de animadoras que Corea del Norte había enviado a alentar a sus atletas en estos juegos, entonaban al unísono canciones tradicionales y lemas en favor de la unificación, perfectamente sincronizadas y todas ellas vestidas exactamente igual, en uniformes blancos, rojos y azules y gorro con pompón a juego.

“Definitivamente, creo que ha sido el mejor partido que hemos disputado en estos Juegos”, declaraba la entrenadora del equipo coreano, la canadiense-estadounidense Sarah Murray, en una rueda de prensa. “Las jugadoras no se rindieron. Sabían que era el partido que teníamos que ganar. Lo sacrificaron todo para llegar a hoy”. Pese a no haber logrado más que un gol en sus tres partidos, la selección de 23 surcoreanas y 12 jugadoras del Norte ha sido una de las grandes estrellas de estos Juegos. El presidente surcoreano, Moon Jae-in, y la hermana del líder norcoreano Kim Jong-un, Kim Yo-jong, asistieron juntos al encuentro inaugural. Los medios internacionales le han dedicado una enorme atención, e incluso una miembro estadounidense del Comité Olímpico Internacional, Angela Ruggiero, ha llegado a pedir para ellas el premio Nobel de la Paz.

A inicios de año, después de las conversaciones de alto nivel entre las dos Coreas, se acordó que ambos países desfilaran juntos en la inauguración y compitieran con un equipo unificado de hockey femenino. No obstante, los dos grupos de jugadoras apenas tuvieron dos semanas para adaptarse las unas a las otras. Según ha explicado Murray, las exigencias del acuerdo (en todo momento debía haber en la cancha tres jugadoras del Norte), las diferencias técnicas entre ellas, la falta de convivencia (las norcoreanas se alojaban con el resto de la delegación de atletas de su país, en un edificio separado), y las diferencias en el idioma, impidieron hacer un mejor papel en la pista de juego. Aún así, el balance es positivo.