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viernes, 27 de abril de 2018

Ser educados no está de más

Por deltoro

El saludo tiene gran valor simbólico y en dependencia de como lo expreses será entendido como gesto afectivo, de cercanía, de buena costumbre, de relación profesional… denota buenos modales. Su ausencia revela vulgaridad, impertinencia, enemistad y hasta hostilidad hacia las personas. Las formas de realizarlo son múltiples. Desde una mirada, una sonrisa, la leve inclinación de cabeza, un estrecho de manos, hasta las palabras tradicionales. En líneas generales, el beso y el abrazo son formas más íntimas y de mayor confianza. La cortesía no es solo cultivar buenos modales o respetar las reglas de urbanidad. Se convierte en convierte en un rasgo de la personalidad que embellece y enaltece a quien cultiva.

Hoy en día constituyen normas de comportamiento que siempre se debe llevar consigo: si llegas a un lugar donde hay varias personas te corresponde iniciar saludo, cuando subas a un elevador saluda a los que allí se encuentran, cuando saludes mira a los ojos de las personas para que sientan que es un gesto sincero y de acercamiento, sonreír siempre produce un sentimiento favorable, utiliza palabras agradables para que las personas aprecien tu cercanía y afecto, llama a las personas por su nombre o sus apellidos, muchos olvidan cuanto distingue su practica, saludar a las personas que te reciben para realizar tramites antes de plantearle tu problema.

No vayas por la vida con expresión de disgusto. Esta actitud casi siempre conlleva un estado de insatisfacción perenne y por tanto quita gracia a la amabilidad, a la delicadeza y a los sentimientos de solidaridad y ternura, además de que constituye un dique para la buena comunicación interpersonal. La sabiduría cotidiana nos indica a no hablar sin pensar en lo que dices: quien no frena su lengua habla por hablar y se enreda en la necesidad de sus palabras. Si hablas con placer de los defectos de otra persona, deberás escuchar los tuyos con vergüenza.

Deja que las palabras de tu boca expresen los pensamientos de tu corazón. No permitas que te alcancen sentimientos de envidia, hipocresía u disimulo. Da una respuesta suave a una persona enfadada. Sentirás que echas un cubo de agua sobre un fuego, aplacaras su enojo y suavizaras las tensiones. Recuerda que una charla amarga es el veneno de la amistad. Auxíliate de las frases de cortesía, de esas expresiones que denotan delicadeza y buena educación. La palabra, el sentido y manera de tu conversación constituyen ingredientes esenciales en la proyección de tu imagen.

Un trato amable recibe casi siempre una respuesta en la misma medida. Aprende a suavizar tus estados de ánimo para que la rudeza no presida tus relaciones. Acuérdate que avergonzar o insultar deliberadamente (tanto en privado como en público) no soluciona los conflictos. Ten en cuenta que, en estos tiempos, una nota de agresividad siempre esta presta para caldear la atmósfera. Exponen algunos especialistas que las tensiones cotidianas y los problemas que engendra la vida moderna resultan consustanciales a la prisa. Sugiero oponer la cultura del entendimiento a la brusquedad. Debemos procurar explicar antes de criticar. No te acostumbres a las chanzas e indirectas.

Resulta vulgar y grosero hacer referencias a otras personas con palabras que las disminuyan, sobre todo si te refieres a las relaciones entre personas de distintos sexos y cuando cierta maledicencia se introduce en la atmósfera. Los malentendidos generan peleas y ataques verbales. Da la posibilidad a otras personas de sincerarse, así apoyas la armonía en tus relaciones. Reconocer un error no disminuye tu personalidad, ni mucho menos el respeto que mereces. Soslaya las acciones que lesionen o hieran a los otros.

Para tratar las diferencias escoge un momento oportuno: que no estés agotada, malhumorada, molesta… Que las contradicciones en una discusión no generen posiciones extremas. Resulta importante fortalecer el afecto, el aprecio y el agradecimiento. Reconoce siempre las virtudes y cualidades de las otras personas como base para el equilibrio no solo de tu personalidad, sino de la armonía en tus relaciones. Muchas veces, entre adolescentes y jóvenes se pone de moda cierto trato donde la vulgaridad se convierte en plataforma de sus relaciones.

Frases soeces, palabras gruesas, uso de motes, chanzas y bromas de mal gusto matizan la comunicación y deciden en su comportamiento. Piensan que e lo mejor, que los hace mas auténticos y los marca como personas con carácter… ¡Que lejos están de la verdad! Nunca la amabilidad, el trato distinguido y las normas de caballerosidad y educación pasaran de moda.