El desmesurado consumo económico de Francia
Una vez terminada la tregua electoral, Francia comienza a acoger lecciones de Bruselas. La cúpula europea supone en que Emmanuel Macron, el nuevo presidente, emprenda reformas hasta el momento pospuestas. Jean-Claude Juncker, el presidente de la Comisión Europea, este lunes ha situado la modulación en el consumo público. “Nos enfrentamos a un problema específico con Francia. Los franceses derrochan un excesivo dinero y lo hacen en las partidas erradas", ha destacado Juncker horas más tarde de congratular a Macron por su éxito.
El escenario no era inesperado. El guía de la Comisión, que en estos últimos meses ha convenido invertir parte de los mandatos proausteridad que caracterizaron el tono de Bruselas en el trascurso de la crisis, ha rescatado este envío en Berlín, la capital más escrupulosa en la severidad en las estadísticas públicas. “Los franceses brindan entre el 53% y el 57% de su PIB al presupuesto representativo. Teniendo en cuenta el grado respectivamente enaltecido de deuda, eso no puede llevarse a cabo a largo plazo”, ha saturado Juncker, comunica France Presse. El presidente urbano les contestaba las preguntas a los periodistas tras estar presente en el lanzamiento de un libro de Sigmar Gabriel, el ministro alemán de Exteriores.
El consumo público en Francia suma el 57% del PIB. Se hace referencia a la cifra más suprema de la Unión Europea junto con Finlandia, según muestran algunas fichas del año 2015, que ubican el promedio europeo en el 47%. A cambio, ese colchón estatal ha consentido a Francia evadir la crisis de la manera menos desastrosa que otros. Sus niveles de peligro de penuria figuran (además con Finlandia) entre los más diminutos de la Unión Europea: con solo apenas un 14% de la población corre el peligro de ser pobre después de los abonos públicas, según evidencian registros de Eurostat, la agencia estadística de la Unión Europea. El promedio comunitario se encuentra en el 17%. En España, la relación se ubica en el 22%.
Bruselas, a pesar de las circunstancias, registra al peso del consumo público sobre la economía para requerir la sostenibilidad de los cálculos franceses. El jefe del Ejecutivo comunitario muestra, al mismo tiempo, el carácter reformista que ha propuesto Macron como un ejemplo de obediencia al resto de accionistas comunitarios. “Le concierne a los franceses realizar un gesto hacia los demás”, ha ultimado. Juncker fue muy reprochado el pasado año cuando aceptó que la Comisión Europea era condescendiente con los fines de déficit establecidas a París "ya que es Francia”.
Con esta reclamación a seccionar el consumo público, el presidente comunitario entiende dar por terminado el temor a que la extrema derecha se endurezca por la repercusión de gran parte de la nacionalidad a la severidad en las cuentas públicas. Siendo así, Juncker ha estimado ajustar su propio alegato solicitando “flexibilidad” en el camino de disminución de las inestabilidades francesas y pidiendo evadir el error de “economizar en lo equivocado”.