Enviar por email

tu nombre: email destino: mensaje:
Nombre de Usuario: Email: Contraseña: Confirmar Contraseña:
Entra con
Confirmando registro ...

Edita tu perfil:

Usuario:
País: Población: Provincia:
Género: Cumpleaños:
Email: Web:
Como te describes:
Contraseña: Nueva contraseña: Repite contraseña:

martes, 8 de mayo de 2018

Los europeos ejercen su derecho al voto por última vez

Por Ainoa

La pasada semana la danesa Mette Rodgers al ejercer su voto, en su barrio londinense de Chiswick, le ha dicho adiós a este derecho. En cualquier votación, en cualquier territorio. “En Dinamarca, si vives fuera del territorio nacional no tienes derecho a votar en las votaciones legislativas. Tampoco puedo ejercerlo en las generales en Reino Unido. Y posteriormente del Brexit, ya no podré en las locales ni, indiscutiblemente, en las europeas”, declara esta periodista, esposa con un británico y madre de dos niñas que constan con doble nacionalidad.

El Gobierno se demoró un año en comunicar su oferta de “estatus de asentado” para los habitantes europeos. Un año más tarde, aún se desconoce cómo se efectuará. Al mismo tiempo, la posibilidad de que el Brexit trascurra sin convenio es cada vez menos descartable. Y eso traería consigo poco menos que perderlo todo.

Para varios europeos, la papeleta con la que han ejercido su derecho al voto la pasada semana ha sido la última representación física de unos derechos a los que el referéndum colocó fecha de vencimiento. Y el trayecto a las urnas se ha empleado para recordar todos los cambios que han tenido lugar en estos últimos dos años. La intranquilidad por el futuro, la inesperada desintegración de la sociedad en dos grupos, los proyectos de contingencia, el difícil análisis de entender a amigos que eligieron al Brexit, los abusos verbales.

Alrededor de 3,7 millones de habitantes de otros países de la Unión Europea viven en el Reino Unido. La pasada semana, en las votaciones locales efectuadas en parte de Inglaterra, han abarcado su primera oportunidad de votación desde que sus vecinos les dieron la espalda en el referéndum en el año 2016. Y posiblemente será la última. La ley comunitaria facilita a cada ciudadano europeo el derecho a elegir en las elecciones europeas y locales allá donde vivan dentro de la Unión Europea. Que los europeos en Reino Unido mantengan ese derecho posteriormente del Brexit es improbable.

Siendo así, son muchos los que se oponen a tomar medidas. Es el asunto de Alberto Barba, arquitecto gaditano de 43 años de edad, quien desde hace 11 años se estableció con su esposa madrileña en Londres. En dicha ciudad llegaron y crecen sus tres hijos. “Mi ideología personal es que pretendo ser inmigrante”, expone. “Es un hecho de intransigencia y de disputa personal hacia el significado negativo de la inmigración el cual ha logrado ganar terreno en estos últimos años. Uno de los motivos por los que nos instalamos en Londres es que era una capital que le abría los brazos a la inmigración. Estamos felices aquí por esa diferencia, y pretendemos que nuestros hijos progresen en esta realidad. Pero el ambiente se ha transformado. Deseo permanecer en una zona donde no se me categorice por una forma que es solamente burocrática. Así que no aspiro a hacer nada. Si llegase el día en que eso me presuma un inconveniente, tendremos que preguntarnos si verdaderamente aspiramos quedarnos en un país así”.

Los grupos que constituyen a este colectivo alentaron a los europeos a elegir recapacitando en todo esto. “Les alentamos a votar por aquellos aspirantes que se comprometieran a responder por los derechos de los ciudadanos europeos”, declara Joan Pons Laplana, enfermero llegado de la ciudad de Barcelona hace 20 años, integrante de la plataforma The 3 Million, muy eficaz en la atención de este colectivo. “Divulgamos unas encuestas para que nuestros partidarios interrogaran a los candidatos en la campaña acerca de su responsabilidad con nuestros derechos, y así poder elegir en consecuencia”.

En Londres, donde conviven 1,1 millones de ciudadanos de otros países de la Unión Europea, la atribución del voto europeo puede ser concluyente. “El sentido del voto de los habitantes europeos llegara a tener un impacto en varios distritos en los que el producto se predice preciso, que eligieron por la estabilidad y que poseen una significativa población europea”, revela el profesor de Políticas de la London School of Economics, Tony Travers.

Es muy posible que el Brexit a pesar en el sentido del voto de estos habitantes, según Travers, y se considera un fenómeno polarizador desde las generales del pasado año, según el cual los seguidores del Brexit suelen votar conservador, y los proeuropeos suelen a votar laborista. Si el laborismo consigue la hazaña de dominar en los distritos londinenses de Westminster, Chelsea y Kensington, Wandsworth y Barnet (conservadores pero proeuropeos) parte del decoro será de los habitantes europeos. Los europeos no solo tuvieron derecho al voto: además a notarse en las elecciones locales.