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sábado, 7 de julio de 2018

AMLO: la nueva promesa de México

Por javier10miniet

Se sabe que México es un país donde la corrupción ha enriquecido a una pequeña élite y ha dejado a la mitad de la población en la pobreza. Siguen y abundan las preguntas sobre qué hará Andrés Manuel López Obrador exactamente después de la resonante victoria electoral del domingo en México. Durante la campaña, había evitado cuidadosamente las promesas que podrían haber dañado sus posibilidades al provocar comparaciones con la atribulada izquierda sudamericana o al trastornar los mercados financieros.

Muchos simpatizantes criticaron a AMLO, como se conoce comúnmente al presidente electo, por eludir sus compromisos políticos y por evadir los temas clave en los debates sobre violencia, desarrollo económico y política exterior. Otros se quejaron de que su decisión de aplicar "justicia pero no venganza" a los miembros de la presidencia corrupta de Enrique Peña Nieto perpetuaría la cultura de la impunidad que ha erosionado la confianza en la ley en México.

Según varios medios de prensa, se sabe una cosa: la fórmula electoral de AMLO funcionó como un sueño. Hay lecciones aquí. Y no solo para América Latina. AMLO no solo logró una victoria histórica, obteniendo el 54 por ciento de los votos, sino que también condujo a su partido, el recientemente creado Movimiento para la Regeneración Nacional (MORENA), a la mayoría absoluta en el Congreso mexicano, aunque en el Senado pueden confiar sus aliados electorales. Este es un apoyo sin precedentes, que llega en un momento en que la elite política es despreciada.

Una participación récord del 63 por ciento parece haber impulsado el voto de AMLO, que fue un rechazo masivo del status quo. Ese status quo se caracteriza por una política económica peligrosamente dependiente de los Estados Unidos, una emigración masiva, privatizaciones controvertidas y salarios estancados, produciendo el peor crecimiento económico en América Latina en los últimos 30 años. En un país donde la corrupción ha enriquecido a una élite política y empresarial, dejando a la mitad de la población atrapada en la pobreza mientras la violencia corroe los heroicos y resistentes lazos culturales y sociales populares de México, el estado de ánimo prevaleciente se resume mejor con la frase española ¡Basta ya! (¡Suficiente es suficiente!).

Los llamamientos insistentes de AMLO para terminar con la mafia del poder -en la que dos partidos han alternado el poder, junto con sus aliados corporativos, desde el fin del monopolio de 70 años del Partido Revolucionario Institucional en 2000- tocó la fibra sensible en diferentes niveles de la sociedad. Un paseo dominical a través del Parque México en el elegante distrito de La Condesa en la ciudad de México mostró apoyo para AMLO, desde un barrendero de 20 años que ganaba menos de $ 150 al mes hasta jóvenes hipsters que compraban bombones a casi un dólar por bocado. Sin embargo, esta cascada de apoyo ha cobrado impulso casi a pesar de las calificaciones personales de AMLO.

Estos son fuertes entre los activistas de MORENA, por supuesto, pero generalmente no tan fuertes entre la población en general. Esta elección ha sido, sobre todo, un castigo para los partidos establecidos, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN). El derrumbe de MORENA casi ha aniquilado al PRI, que ahora tiene solo el 11 por ciento del Congreso y corre el riesgo de extinción. El PAN se ha aferrado a alrededor del 20 por ciento de los votos y posee importantes gobernaciones estatales, como Jalisco (Guadalajara). Pero no hay un culto revolucionario de la personalidad o un fervor revolucionario detrás del derrumbe de AMLO-MORENA. Un estribillo cáustico escuchado en todo México y repetido por un vendedor de helados en el Parque México es el siguiente: Los demás nos chingaron, le vamos a dar la oportunidad a AMLO para chingarnos también. (Los otros nos han jodido, demos a AMLO la oportunidad de follarnos también).

Por otra parte, la ambigüedad de la campaña de AMLO ha dejado profundas diferencias entre, por un lado, su compromiso de detener la privatización y las reformas estructurales impulsadas por las corporaciones, que López Obrador hizo en su libro de 2017 La Salida (ahora traducido al inglés por OR Books, en combinación con su otro libro del año pasado, ¡Oye Trump !, como Una nueva esperanza para México: decir no a la corrupción, la violencia y el muro de Trump) y, por otro, las declaraciones de sus asesores más pragmáticos.

Alfonso Romo, por ejemplo, el millonario de Monterrey, apaciguó a los inversionistas en el sector petrolero, como Chevron, ExxonMobil y BHP, al garantizar que López Obrador no restablecería el monopolio de la petrolera estatal Pemex antes de las leyes de liberalización de Peña Nieto. El líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, quien se ha reunido con AMLO en dos ocasiones, se ha comprometido a abandonar las alianzas, y México puede dar lecciones.

Sin embargo, al menos las cosas han demostrado que las elecciones se pueden ganar utilizando abiertamente la palabra " corrupción "para describir el último modelo de financiación de los tecnócratas.

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