Las elecciones podrían amnistiar a los narcos
Con más de 29 000 asesinatos, 2017 fue el año más mortífero en México desde que comenzó el mantenimiento de registros modernos. Casi dos tercios de los mexicanos dicen que el crimen y la violencia son los mayores problemas que enfrenta su país. Una causa principal del derramamiento de sangre, según muestran los estudios, es la violenta represión del gobierno mexicano contra el narcotráfico. Lanzado en 2006 bajo el presidente Felipe Calderón, este asalto militar contra cárteles ha dejado 234 966 personas muertas en 11 años.
La idea, primero flotada por el candidato izquierdista Andrés Manuel López Obrador en agosto de 2016, no está desarrollada y es muy probable que sea quijotesca. López Obrador aún no ha indicado precisamente qué beneficio obtendría el gobierno mexicano a cambio de perdonar a los delincuentes.
Aun así, como profesor de derecho que estudia política de drogas, debo darle a López Obrador algo de crédito por la originalidad. Sus tres competidores han frustrado a los votantes esta temporada de campaña al sugerir las mismas estrategias probadas y fallidas basadas en la aplicación de la ley. López Obrador, fundador y líder del partido Morena en México, es un político incitador que se deleita en desafiar el status quo. En este, su tercer intento presidencial, en varias ocasiones ha sugerido que tanto los miembros de los grupos del crimen organizado como los políticos corruptos podrían ser indultados por sus crímenes.
Cuando se le presiona para obtener detalles sobre el plan de amnistía, López Obrador simplemente ha respondido que "la amnistía no es impunidad" o que México necesita "justicia", no "venganza". La ex jueza de la Corte Suprema Olga Sánchez Cordero, la elección de López Obrador para el secretario del interior, ha ofrecido algunos consejos adicionales sobre el plan. Ella dice que los votantes deberían pensar en la amnistía no como una política de seguridad sino como una especie de justicia transicional. Sería un instrumento utilizado para pacificar a México. La oportunidad tendría un límite de tiempo. Los criminales perderían su inmunidad después de una fecha específica si no han cumplido con ciertas condiciones, aunque estas condiciones permanecen indefinidas. T
ambién excluiría crímenes graves como tortura, violación u homicidio. Todos los indultos presidenciales necesitarían ser aprobados por el Congreso, de acuerdo con la constitución mexicana. López Obrador dice que su idea de amnistía aún está en desarrollo y que su equipo trabajará con organizaciones religiosas, el Papa Francisco, el Secretario General de las Naciones Unidas António Guterres, grupos de la sociedad civil mexicana y expertos en derechos humanos para desarrollar "un plan para lograr la paz para el país, con justicia y dignidad". Colombia ofrece un ejemplo de cómo la amnistía puede ser utilizada como un instrumento para la paz. En 2016, el gobierno colombiano firmó un acuerdo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para poner fin a la violenta rebelión de 52 años del grupo marxista.
A cambio de entregar sus armas, a los combatientes de las FARC se les ofreció protección contra el enjuiciamiento por crímenes políticos cometidos durante el conflicto. La ley de amnistía es extremadamente controvertida. Los conservadores colombianos y las Naciones Unidas por igual lo han criticado por priorizar los derechos de las guerrillas sobre los de sus víctimas. El proceso de paz de Colombia también ha estado plagado de retrasos, brotes de violencia y oposición política. Aun así, de acuerdo con el Centro de Recursos de Análisis de Conflictos, un grupo de expertos, las muertes relacionadas con el conflicto entre civiles y combatientes cayeron más del 90% en 2016.
López Obrador está proponiendo la amnistía en un conflicto diferente llevado a cabo por actores radicalmente diferentes: jefes de las drogas, políticos corruptos y fuerzas de seguridad que durante 11 años han librado la guerra prácticamente con total impunidad. No está claro, por ejemplo, por qué los narcotraficantes abandonarían su industria ilícita de 40 mil millones de dólares, que soporta alrededor de 500 000 empleos en México, a cambio de un perdón preventivo por parte de las autoridades.
También es difícil conciliar los votos de López Obrador con un gobierno honesto con su propuesta de indultar a la corrupción, aunque se ha comprometido a terminar todas las investigaciones en curso sobre los funcionarios públicos acusados de corrupción. López Obrador afirma buscar una nueva "constitución moral" para México. Sostiene que el perdón es necesario para construir una república amorosa, "república amorosa", en la que los mexicanos "vivan bajo el principio de que ser bueno es la única forma de estar alegre". Los mexicanos no se sienten felices en este momento. Según una encuesta reciente de IPSOS, el 89% de los mexicanos cree que el país está en el camino equivocado. Casi el 70% desaprueba la actuación del presidente Enrique Peña Nieto.
El periodista e historiador Héctor Aguilar Camín ha descrito el estado de ánimo actual de los votantes como "melancólico". La corrupción desenfrenada, la represión gubernamental y la violencia sangrienta los han vuelto escépticos de la política. Pero, como dice Aguilar Camín, la gente también necesita desesperadamente creer que el cambio es posible. Este descontento le ha dado a López Obrador una ventaja prácticamente inmejorable en el período previo a las elecciones de julio. Parafraseando al prominente reportero mexicano-estadounidense de Univision, Jorge Ramos, todos los mexicanos quieren de su próximo presidente evitar que sean asesinados. Entonces están abiertos a ideas inusuales.
Durante dos debates presidenciales, el único candidato que no sea López Obrador para proponer una nueva táctica radical de lucha contra el crimen es Jaime "El Bronco" Rodríguez, un independiente del estado de Nuevo León. Prometió "cortarle las manos" a políticos y delincuentes corruptos, una sugerencia que dejó a la moderadora Azucena Uresti, y la mayor parte del país, horrorizada. La constitución mexicana prohíbe el castigo con mutilación y tortura. Solo López Obrador, con su sugerencia de amnistía, ha cuestionado si la aplicación agresiva de la ley debería ser incluso el principio básico de la política de seguridad mexicana. Para combatir activamente el crimen, López Obrador dice que fusionaría la policía y el ejército en una guardia nacional unificada bajo el mando presidencial directo. La conversación. Quizás el perdón y la justicia es lo que México necesita. Pero, por ahora, los indultos presidenciales parecen poco más que una vacía promesa de campaña.