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martes, 1 de mayo de 2018

Los estudiantes víctimas del narco

Por Ninon Campdesuner

Los cuerpos de Marco Francisco García Ávalos, Javier Salomón Aceves y Jesús Daniel Díaz, estudiantes mexicanos de cine secuestrados cuando realizaban filmaciones para una tarea escolar, fueron disueltos en ácido. Así lo corroboró la fiscalía estatal tras una minuciosa investigación durante la cual analizaron diversas pruebas y el criterio de testigos y participantes del crimen.

Los estudiantes mexicanos desaparecieron el 19 de marzo en Tonalá, Jalisco, los mismos fueron asesinados por un grupo criminal, y en este momento se determinó que sus cuerpos fueron disueltos en ácido. Para la investigación, la fiscalía estatal cató 15 fincas donde se hallaron evidencias, además contó con la declaración de dos participantes en el crimen.

Los jóvenes estudiantes de cine, inocentes, además, quedaron atrapados en medio de una disputa entre los carteles del narco Nueva Plaza y Jalisco Nueva Generación (CJNG), tal detalle pudo comprobarse a través de la tía de uno de los estudiantes, quien se encuentra actualmente presa, acusada de Lenocinio y vinculada con el primero de los cárteles.

Por su parte, los detenidos hasta el momento han declarado ser integrantes de CJNG, y fueron los encargados de cuidar la finca donde los estudiantes realizaron estudios de filmación un día antes de la desaparición. En tanto, dicha finca es propiedad de Diego Gabriel Mejía, integrante del Cartel Nueva Plaza, quien fue arrestado en ella en el 2015.

Los jóvenes inocentes no podrían imaginar que el simple hecho de realizar una tarea para sus clases podría ser el fin de sus vidas. ¿Cómo saber que estarían en el lugar equivocado? Pues sin conocerlo pretendieron hacer de su día algo normal, solo que escogieron el lugar menos indicado, el mismo sitio de grave riesgo vigilado por una célula delictiva del CJNG, contraria al Cartel Nueva Plaza.

Y no importa que nada tuvieran que ver ellos con el narco, con la mafia, o el crimen organizado. No importó que fueran tres inocentes empeñados en una materia escolar, que ni siquiera sabían la peligrosidad del lugar. Fueron asesinados, tal vez, por cruzar una línea “prohibida”, o por ser testigos de otro crimen, por tener evidencias del narco, o por tomar con sus lentes algún rostro que no podía ser identificado.

Así están y parecen seguir las cosas por México, país que ahora mismo está controlado por el narco y la violencia. ¿Hasta cuándo seguirá esta situación? Solo el tiempo lo dirá.