México quedará libre de la corrupción
Muy rezagado en los sondeos y sin posibilidad de ser presidente de México, el candidato independiente Jaime Rodríguez, conocido como El Bronco, intenta proyectar la imagen de un hombre hecho a sí mismo y pretendido protagonizar la campaña con la ocurrencia de cortar la mano a los corruptos.
"Tenemos que 'mocharle' (cortarle) la mano al que robe en el servicio público, eso no es malo", dijo Rodríguez (Galeana, 1957) durante el primer debate presidencial, provocando sorpresa entre los moderadores y desatando una ola de 'memes' humorísticos en Internet. Campechano, conservador y con lenguaje populista, el Bronco no da importancia a los sondeos y le gusta recordar su inesperada victoria en las elecciones del norteño estado de Nuevo León en 2015, cuando se convirtió en el primer gobernador independiente de México.
Rodríguez sostuvo entonces que completaría su mandato como gobernador hasta 2021, pero esta promesa se hizo añicos cuando anunció que quería convertirse en presidente de México y apostó por concurrir a los comicios del 1 de julio también como independiente. La polémica lo ha perseguido desde el momento en que el Tribunal Electoral mexicano aceptó su candidatura a pesar de los numerosos supuestos avales falsos que presentó.
Se convirtió entonces en el primer candidato independiente de México junto con Margarita Zavala, que renunció en plena campaña, algo que Rodríguez no se ha planteado pese a que los sondeos no le dan más de un 2 % en intención de voto. Para remontar esta desventaja, el Bronco ha confiado desde el primer día en los llamados "soldados de Jaime", un ejército digital de miles de voluntarios que difunden sus mensajes en redes sociales.
Y es que el candidato se ha visto obligado a explotar Facebook y Twitter al máximo, buscando constantemente la interacción con los usuarios, debido al poco espacio en los medios de comunicación tradicionales destinado a las candidaturas independientes. Con todo, a Rodríguez le gusta reivindicarse como político independiente de los desprestigiados partidos y proyectar una imagen de "outsider" del sistema político, pero lo delatan sus 33 años de militancia en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), formación que abandonó en 2014.
Su lenguaje, entre callejero y cercano, le ha llevado a protagonizar algunas salidas de tono y comentarios machistas, como cuando aseguró que su caballo le sale "más barato" que su esposa. Y en su intento de impactar emocionalmente a los votantes, llegó a mostrar en televisión la bala que mató a su hijo, asesinado durante la lucha contra el crimen organizado que el Bronco emprendió durante su etapa como presidente municipal de García (2009-2012).
Durante ese período, su hija fue secuestrada y él mismo sufrió dos atentados fallidos, lo que lo ha llevado a autodefinirse como el único aspirante presidencial que ha sufrido en primera persona la violencia, una de las grandes preocupaciones de los mexicanos en un país que registró en 2017 cifras récord de homicidios. A pesar de ello, el resto de candidatos no han visto en Rodríguez ningún tipo de amenaza y han prestado poca atención y credibilidad a sus ocurrentes propuestas como la de cortar la mano a corruptos o establecer la pena de muerte a secuestradores.
Su decálogo económico abraza medidas neoliberales como la reducción de impuestos y el fin de las ayudas sociales, puesto que lo que más detesta es el "asistencialismo". Por ello es especialmente crítico con el candidato izquierdista Andrés Manuel López Obrador, líder en todos los sondeos, a quien acusa de querer dar "dádivas" a los mexicanos y adormecer la economía.
El Bronco rechaza con contundencia que el Estado deba ayudar a los desfavorecidos y le gusta ponerse como ejemplo de ascenso social: aunque nació en una familia muy pobre, logró estudiar Ingeniería agrónoma, ser gobernador y ahora candidato a la Presidencia. Aunque, por ahora, se quedará en candidato presidencial.
El candidato del PAN está siendo investigado por la Fiscalía General de México por supuesto lavado de dinero, en un ejercicio que muchos analistas, más allá de su veracidad, achacan a un uso partidista y político de las instituciones de justicia por parte del PRI. Además, se filtró un vídeo donde un empresario queretano revelaba una presunta financiación ilegal de su campaña y tráfico de influencias, algo que Anaya negó, atribuyéndolo a la guerra sucia.
A modo de contraataque, él asegura que luchará contra la corrupción, que enjuiciará al presidente Peña Nieto, y denuncia que entre Morena y el PRI ya hay un "pacto de impunidad". Aunque sus acusaciones no parecen haber tenido ningún daño.
Para Anaya, el final de la campaña presidencial en caso de derrota, como indican las encuestas, puede significar el final de su carrera política, ya que se encontraría en una posición terriblemente frágil por el gran número de enemigos -dentro y fuera del partido- que ha acumulado.